Entre los muchos estudios sobre el Tai Chi, este último parece especialmente interesante: el Tai Chi reduce los parámetros de inflamación.
Dicho así, puede parecer poca cosa. Sin embargo, es extremadamente importante porque incluso la medicina convencional lleva años trabajando para reducir la llamada inflamación de “bajo grado” que suele acompañar al envejecimiento. Esta inflamación está correlacionada con la génesis de enfermedades crónicas y relacionadas con la edad. Por lo tanto, si se quiere hacer una verdadera prevención, parece apropiado actuar sobre estos marcadores inflamatorios. ¿Cómo hacerlo?
Este estudio muestra que el Tai Chi, en personas mayores (que nunca habían practicado Tai Chi antes), derriba un importante marcador de inflamación (NF-kB), más de lo que se observa con una “intervención educativa”. Los autores dicen: esto se observa, sin tomar fármacos, con el Tai Chi, es decir, un tipo particular de actividad física moderada (al alcance de las personas mayores), que incluye respiración profunda y una forma de meditación. El Tai Chi se traduce así.
El estudio del que hablamos está firmado por investigadores de las principales universidades californianas, entre ellas la famosa UCLA. Por supuesto, una persona puede practicar Tai Chi simplemente porque se siente mejor, o para seguir un camino de evolución espiritual, o incluso para cultivar un arte marcial, pero en este post hablamos de una intervención de interés médico. Las distintas cosas no son mutuamente excluyentes.
Nuevas pruebas de la estrecha conexión cuerpo-mente
En este estudio, se ofreció Tai Chi a personas mayores que estaban “abandonadas” a sí mismas (cuando se les preguntó, dijeron que sufrían soledad). Personas sin apoyo pero que aún pueden permitirse un alto nivel de cuidados, para gestionar sus vidas de alguna manera. Desgraciadamente, no es el caso de todos. De los demás nunca lo sabremos.
El hecho es que no son hombres y mujeres que vivan una vejez apacible, se sienten estresados, a veces incluso tienen mal genio, se sienten vulnerables, llevan las cicatrices de toda una vida y nadie quiere ocuparse de ellos (incluso los cuidadores suelen tener bastante).
Lo que se desprende de este estudio, es que el sentimiento de abandono, de soledad (sin posibilidad de elección: un callejón sin salida), repercute en un marcador físico, que puede medirse con un análisis de sangre. En estos casos, se produce un aumento de la inflamación sistémica si no se pone freno al estrés.
Tomado de: laltramedicina.it