El punto de vista occidental.
Cada individuo es el resultado de un trabajo sutil, nervioso, endocrino y hormonal, como también confirma la psiconeuroendocrinoinmunología.
El sistema endocrino u hormonal está representado por un conjunto de glándulas y células que segregan sustancias llamadas hormonas.
El sistema endocrino administra el funcionamiento del organismo humano en competencia con el sistema nervioso.
El funcionamiento del sistema endocrino se caracteriza por un complejo control destinado a satisfacer con precisión las necesidades del organismo. Forman parte del sistema endocrino: la hipófisis, la epífisis, la glándula tiroides, las paratiroides, las glándulas suprarrenales y el páncreas.
Otros órganos también tienen una función endocrina: los ovarios y los testículos, el miocardio (parte del músculo cardíaco), el riñón, el timo, el hígado.
Todas estas glándulas están conectadas a la hipófisis. A través de ella se modula su funcionamiento mediante la liberación de hormonas en el torrente sanguíneo.
La propia hipófisis está a su vez cadenciada por el hipotálamo que, con un complejo mecanismo, regula múltiples funciones del organismo como los ritmos circadianos, la actividad reproductora, la presión arterial y la temperatura corporal, así como el sistema nervioso autónomo.
Por lo tanto, el funcionamiento equilibrado de la hipófisis y el hipotálamo es fundamental para la gestión de todo el sistema cuerpo/mente.
Una visión optimista y positiva inducirá un buen funcionamiento de este eje y, por tanto, una correcta calibración de las principales hormonas. Por el contrario, una visión pesimista producirá desequilibrios que repercutirán a diferentes niveles, lo que sugiere hasta qué punto la visión que uno tiene del mundo está relacionada con su estado de salud y hasta qué punto influye en él.
Psiconeuroendocrinoinmunología
La psiconeuroendocrinoinmunología (PNEI) delimita ese campo de investigación que abarca varias disciplinas científico-humanísticas, aparentemente desconectadas entre sí, como la psicología, la biología, la neurología, la inmunología y la endocrinología; es decir, los vínculos que unen mente y cuerpo.
Esta ciencia investiga las relaciones entre la psique, el sistema nervioso, el sistema endocrino y el sistema inmunitario, que, a través de la transmisión en el organismo de unas moléculas llamadas neuropéptidos, interactúan perfectamente entre sí.
Los neuropéptidos se denominan “moléculas psíquicas”, ya que no sólo transmiten información hormonal y metabólica, sino también emociones y señales psicofísicas.
Cada estado emocional, como el amor, el miedo, el placer, el dolor, la ansiedad, la ira, etc., con sus complejos matices, llamados sentimientos, se transmite en el organismo mediante neuropéptidos específicos.
Estos últimos, con sus receptores, se han encontrado en todas las partes del cuerpo, especialmente en la sangre, el sistema inmunitario y los intestinos, así como en el sistema nervioso.
Por lo tanto, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que las emociones y los sentimientos no sólo participan en el almacenamiento de las experiencias, sino que son los garantes de la mayoría de los procesos neurofisiológicos que regulan o bloquean el funcionamiento de todo el sistema cuerpo-mente.
Conciencia del “yo
Las células que permiten la “autoconciencia” se encuentran en el cerebro y, en concreto, la estructura implicada en la integración de los estímulos emocionales es el sistema límbico.
Múltiples investigaciones indican que la amígdala y el hipotálamo, que constituyen la parte central del cerebro límbico (emocional) y en los que se delega el gobierno de las emociones y los recuerdos, son las áreas cerebrales por las que más información y emociones fluyen. En el centro de la misma zona se encuentra la hipófisis, la glándula que guía y modula las funciones de todas las demás glándulas del cuerpo.
El sistema límbico establece profundas interconexiones con el resto del cerebro y con los principales aparatos del organismo, como los sistemas endocrino e inmunitario, a través de la distribución de neuropéptidos, en los que es especialmente rico.
Muchos neuropéptidos son hormonas y realizan su tarea a través de la Sangre: es’ a través de los glóbulos blancos de la Sangre, por ejemplo, que el sistema inmunitario se activa para recibir y transmitir mensajes neurotransmisores que llevarán sus mensajes de salud o enfermedad.
En el timo, la glándula situada justo encima del corazón, se encuentra, de hecho, la sede principal del complejo mecanismo de generación de linfocitos T.
En la actualidad, la ciencia ha demostrado ampliamente cómo, en el cerebro de los mamíferos, las emociones positivas facilitan la activación de una serie de reacciones que desencadenan las funciones del sistema inmunitario, mientras que los estados depresivos provocan una inhibición de la resistencia inmunitaria.
resistencia inmunitaria. Y desde el Corazón, a través de un complejo mecanismo, los neurotransmisores pasan a influir en el Hipotálamo.
Es probable que cada neuropéptido invoque un “tono emocional” preciso, correspondiente a una situación psíquica específica.”
Conclusión
Por lo tanto, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que una práctica correcta de la llamada “gimnasia médica”, el Tai Chi y el Qigong, ayudando a aumentar la producción y la circulación del Qi en el cuerpo, estimula simultáneamente la circulación de la Sangre y de las emociones. El Qi (Yang) no es, de hecho, sino el aspecto más inmaterial de la Sangre (Yin), Sangre que, en la MTC, se encarga de llevar las voluntades del Corazón Emperador a todos los distritos corporales.
Un Corazón sereno calma todos sus “Funcionarios” (Zang/Fu), reduciendo el estrés, permitiéndonos crecer como individuos conscientes que no queman inconscientemente el Jing, la energía ancestral, que nos fue dada en la concepción y que determina la calidad y la duración de nuestra existencia.
FUENTE: http://www.scienzaeconoscenza.it/blog/medicina-non_convenzionale/pnei-psiconeuroendocrinoimmunologia