Comisariada por Liliana Atz
“Soy un hombre sencillo que está solo con sus viejos pinceles, pidiéndole a Dios que le dé inspiración”.
“Mi pasión viene del Cielo, no de los reflejos terrenales”.
(Pedro Pablo Rubens)
Continuando con EneaMediCina el estudio de la vida de pintores ilustres, nos centramos en las biografías de la vida y psicología de Pieter Paul Rubens.
Rubens nació en Siegen, Westfalia el 28 de junio de 1577, hijo de Jan Rubens, un abogado calvinista flamenco, y Maria Pypelynckx.
Pasó su infancia en Colonia, donde su padre se refugió con su familia para escapar de la persecución contra los protestantes. Creció en una familia con dificultades financieras y, quizás por esta razón, solía despreciar a los arrogantes.
En 1589 se trasladó con su familia a Amberes, donde recibió una educación humanística, gracias al estudio del latín y la literatura clásica, y se convirtió al catolicismo.
En 1600, fue a Venecia donde admiró a Tiziano y Tintoretto y luego a Mantua. En la ciudad lombarda, Rubens conoció a Vincenzo Gonzaga, quien lo nombró pintor de la corte, asignándole importantes asignaciones diplomáticas en el campo artístico.
Era un hombre de gran cultura, que conocía casi todos los idiomas europeos, además del latín y el griego. Estas cualidades le permitieron convertirse en el pintor oficial de Flandes y el artista favorito de casi todos los poderosos de Europa. Sus grandes talentos políticos también le valieron delicados puestos diplomáticos en Holanda, España e Inglaterra.
En Italia continuó estudiando el gran arte italiano del siglo XVI y la pintura figurativa, de Rafael, Miguel Ángel y Caravaggio. En Venecia conoció a artistas como Veronese, Tiziano y Tintoretto, de quienes asimiló aquella prosperidad pictórica que más tarde será uno de los elementos de expresión barroca.
A pesar de todo esto, llevó una vida sencilla y justa. Serio e incansable en su trabajo, también fue generoso y benevolente con sus alumnos.
Tenía dos esposas y muchos hijos.
“Un personaje único y fuera de línea, extremadamente atractivo, era un artista dotado de una solemne capacidad narrativa”, escribió la académica Anna Lo Bianco, quien “causa un fuerte impacto en el espectador, animado por un nuevo sentimiento de participación atractiva, capaz de crear composiciones donde todo está animado por un fuerte sentido de patetismo y energía vital”.
En este original y extraordinario juego pictórico Rubens mostró en el juego de partes, las múltiples caras de su compleja personalidad. Muy religioso en privado, sublimó en el arte su fuerte carga sensual y erótica, su libertad de pensamiento y fe en sus orígenes, atestiguada por las pequeñas figuras escondidas entre las figuras principales de algunas de sus pinturas con un fuerte valor simbólico.
Esta fuerza en apariencia parecería casi contrastar con su temperamento, que es descrito por las fuentes como el de un hombre con un alma suave, modales suaves y maneras complacientes y amigables.
El artista e historiador del arte alemán Joachim von Sandrart, que conoció a Rubens en 1627 durante un viaje de Utrecht a Ámsterdam, lo describió en su “Teutsche Academie”, como “in seinem laboriren expedit und fleißig gegen jederman höflich und freundlich bey allen angenehm”, o “rápido y laborioso en sus obras, cordial, amable y agradable para todos”.
Raffaele Soprani, en sus “Vidas de los artistas genoveses” (Rubens a menudo se quedaba en Génova, dejando varias obras maestras en la ciudad), escribió que “el color sabroso y vivo de este valiente, su rasgo suave, la facondia de su discurso y las otras nobles cualidades que lo adornaban, ataban tanto las almas de los principales caballeros de esta ciudad, que mal abastecidos creían sus palacios sin alguna mesa de él”. Y de hecho, el científico Nicolas-Claude Fabri de Peiresc, que mantuvo correspondencia con el pintor flamenco, escribió que “No hay alma en el mundo más adorable que la del Sr. Rubens”.
Sin embargo, escribe Wolfgang Prohaska en el catálogo de pinturas del museo austriaco, “más allá de las poses oficiales, sus rasgos revelan un cierto desapego escéptico, combinado con una mirada vigilante e inquisitiva”. Rubens es, por lo tanto, reflexivo y, aunque en una pose digna, no muestra ningún orgullo: parece que su mirada casi quiere comunicar al observador su indiferencia ante la posición que le garantizaba la proximidad a las grandes cortes europeas de la época, así como su intolerancia sustancial hacia la alta sociedad.
Aquí radica la venganza del “pequeño pintor” flamenco que, protegido por su refinamiento, su cultura y su capacidad diplomática, se escondió en un rincón silencioso, mostrando al mundo, gracias a su exterior, el carácter de alto nivel social”.
El análisis del eneagrama de Rubens conduce al eneatipo Nueve, conocido como el Mediador.
Esta tipología psicológica tiende a evitar el conflicto y a buscar la paz y la armonía; Instintivamente se esfuerza por conciliar tensiones y conflictos tanto en la esfera familiar como en la social, porque lo que evita es el choque, al que teme profundamente.
En la infancia este eneatipo vivió experiencias de abandono y poca escucha a sus necesidades, lo que le llevó a sentirse apenas importante, “transparente” a los ojos de los demás.
La frustración experimentada está en el origen de su falta de autoconsideración, de no percibir sus necesidades más profundas, que caracterizan lo que se llama la pasión de la Pereza y la fijación del olvido de sí mismo.
De hecho, es difícil percibir la emoción de la ira que tiende a sublimarse con una actitud bondadosa, simpática, tranquila, relajada, tranquila, afable, buena y sencilla, que sabe escuchar y acoger al otro sin crítica ni juicio.
Incluso en el entorno de trabajo se caracteriza por una naturaleza amigable y una apariencia discreta y paciente.
En la vida tiende a privilegiar ciertas y tranquilas situaciones, costumbres y rutinas familiares.
No le gusta llamar la atención sobre sí mismo y es cauteloso y prudente en la defensa de su privacidad y su buen nombre personal y profesional que, junto con la familia y la religión, considera entre los “bienes” más importantes.
Aunque parece modesto y educado, este eneatipo en su corazón es terco y autónomo. Sabe adaptarse a las situaciones, pero no se doblega ante el abuso, ni se deja condicionar por el exterior.
También está dotado de una fuerte actitud hacia la “supervivencia” y aprecia la libertad dada por la soledad y el silencio.
Rubens murió en Amberes el 30 de mayo de 1640.
Fuentes: