El Tai Chi Ch’üan o Tai Chi, un estilo interno de las artes marciales chinas -originado como técnica de lucha y conocido actualmente en Occidente principalmente como gimnasia y como técnica de medicina preventiva-, es practicado desde hace siglos en China por jóvenes y mayores; sus efectos beneficiosos para la salud, en particular el mantenimiento del control del equilibrio en las personas mayores, han atraído cada vez más la atención de los investigadores científicos occidentales.
De todos los beneficios que se obtienen con la práctica del Tai Chi Chuan, uno de los más evidentes es sin duda la mejora de la vigilancia de los reflejos; le siguen el control de las posiciones de las distintas partes del cuerpo y la mejora de la agilidad y del sentido del equilibrio. Por supuesto, estos beneficios interesan a todo el mundo, pero adquieren una importancia particular para las personas mayores, que son las más expuestas al peligro de caídas.
“¿Cómo mantiene un hombre una postura recta o inclinada contra el viento que sopla en su contra? Es evidente que posee un sentido por el que conoce la inclinación de su cuerpo, y que posee la capacidad de reajustar y corregir todas las desviaciones en relación con la vertical” (Charles Bell, 1837).
Si cerramos los ojos e intentamos establecer la posición de nuestras piernas, brazos y cabeza, comprobaremos que se trata de una tarea fácil, basada precisamente en la propiocepción. Si ahora colocamos los pies en el suelo, cerramos los ojos durante un minuto e, intentando no movernos, les prestamos atención, nos daremos cuenta de que perdemos la “sensación” de su posición a medida que pasa el tiempo, porque ésta se vuelve menos precisa en ausencia de movimiento. Sin embargo, en cuanto volvamos a abrir los ojos, recuperaremos la sensación exacta de la posición de los pies: los ojos nos ayudan.
El control mental de los movimientos corporales, típico del Tai Chi Chuan, estimula intensa y dinámicamente la capacidad de escuchar las señales que llegan al cerebro desde nuestros sensores. Los movimientos gráciles y fluidos de las extremidades son de amplitud y dirección variables y se complementan eficazmente con desplazamientos del peso y rotaciones del torso. Las posiciones y movimientos de las partes del cuerpo se controlan con una meticulosidad y concentración que no se encuentran en otras disciplinas. La conciencia de nuestro cuerpo y la integración de cuerpo y mente en general se ven especialmente potenciadas.
La neurociencia está demostrando que la información sensorial procede de todos los órganos de los sentidos y coopera para dar una imagen del mundo.
Quienes practican Tai Chi no sólo tienen una mejor función cardiorrespiratoria, sino que también obtienen mejores resultados en pruebas de control del equilibrio, flexibilidad y fuerza muscular. Además, el riesgo de caídas se reduce casi un 50%.
El equilibrio postural requiere agudeza propioceptiva y un control neuromuscular preciso. La disminución de la propiocepción con la edad es un factor que contribuye a las caídas en las personas mayores y puede verse influida por la actividad física regular.
Los ancianos que practican Tai Chi con regularidad no sólo mostraron una mejor propiocepción de las articulaciones del tobillo y la rodilla en comparación con el grupo de control de ancianos sedentarios, sino también una mejor cinestesia del tobillo en comparación con los ancianos que practican natación u otros deportes. Los beneficios significativos de la práctica del Tai Chi sobre la propiocepción se traducen en el mantenimiento del control del equilibrio en los ancianos.
El ejercicio propioceptivo parece tener mejores efectos sobre el control del equilibrio en las personas mayores que las actividades físicas bioenergéticas (natación, ciclismo y carrera). El Tai Chi requiere movimientos continuos y lentos con expresiones de movimiento de pequeñas a grandes, desplazamientos unilaterales a bilaterales del peso corporal y movimientos circulares del tronco y las extremidades que implican contracciones isométricas e isotónicas.
La razón de estos beneficios parece residir en la mejora funcional de los “propioceptores” que resulta de la práctica del Tai Chi Chuan.