El término Qigong se refiere a una disciplina compuesta por ejercicios destinados a mejorar la cantidad y calidad de la energía (Qi en chino) que circula dentro del cuerpo.
El nacimiento de este antiguo arte de respirar se pierde en las brumas del tiempo y es imposible datarlo con precisión.
Aunque no hay suficientes referencias históricas al respecto, se supone que la historia del Qigong comienza antes de la acupuntura, que hace referencia al Emperador Amarillo Huangdi con el libro “Neijing Suwen el clásico de la medicina interna” atribuido a él.
Traducir el término Qigong es muy difícil ya que no existe un término italiano para definir con precisión la palabra “Qi”, sin embargo queriendo darle un significado a la palabra Qigong podríamos interpretarlo sumariamente como:
“Ejercicio respiratorio” o como “Qi Work”, o la fuerza que viene de trabajar con Qi.
En la antigüedad la práctica del Qigong era conocida por términos diferentes a la actual, tales como;” Tu gu na xin” (lit. Expulsa lo viejo y absorbe lo nuevo), “Xing qi” (circula Qi), “Yangsheng gong” (Nutre la fuerza vital) o “Dao yin” (Plomo y plomo)
El ideograma Qi se divide en dos partes, la superior representa el vapor que se eleva desde la tierra hasta el cielo, y la inferior representa un grano de arroz. Es decir, el arroz que produce vapor durante la cocción.
El segundo ideograma Gong, también está compuesto por dos elementos: a la izquierda tenemos gong que indica “trabajo”, mientras que a la derecha tenemos Li que indica “fuerza”. (para indicar dificultad y perseverancia en el ejercicio)
A través de una perfecta sincronía entre los movimientos del cuerpo, las fases respiratorias y la participación de la “visión” mental, es posible aumentar la cantidad de energía que ingresa al cuerpo y dirigirla a sitios específicos donde puede llevar a cabo reacciones muy precisas.
En China existen muchas formas de Qigong, asociadas a otras tantas escuelas numerosas, cada una de las cuales tiene sus propias características y técnicas que aparentemente pueden parecer diferentes entre sí, aunque al final, todas comparten el mismo trabajo.
Una vez que los estilos de Qigong fueron parte de los bienes hereditarios de la familia, se transmitieron de padres a hijos y permanecieron como herencia de los miembros de ese clan y algunos otros estudiantes afortunados, solo después de 1900 estos métodos antiguos fueron reevaluados, finalmente saliendo de las sombras y revelando en parte sus características.
De hecho, es a partir de este período en adelante, que los chinos se han dedicado a la recuperación de estas formas antiguas, logrando salvar varias, que luego han llegado hasta nuestros días.
La práctica constante de Qigong está dirigida principalmente a mejorar el estado de salud (tanto física como psíquica), por lo que esta práctica es una parte integral de la Medicina Tradicional China.
Con el Qigong actuamos principalmente sobre el Qi del individuo, desbloqueando cualquier atasco de energía, aumentando y promoviendo la circulación de sangre y energía, nutriendo y fortaleciendo la cuota total de energía y dirigiendo esta última a áreas específicas del cuerpo, con el fin de ayudarlo en enfermedades o para los usos más dispares.
El Qigong regula las funciones corporales actuando sobre los componentes físicos y psíquicos.
Para la práctica, de hecho, es necesario actuar tanto en el control y la coordinación de los movimientos, como en el control de la respiración y la mente, que deben llevarse lentamente hacia una situación de quietud y calma.
A partir de esta práctica se consigue un aumento de la capacidad de resistencia a las enfermedades y un aumento del control de los estados emocionales.
Además, la quietud interior promueve las funciones del sistema nervioso, haciéndolas mucho más controladas y eficientes.
Mejora la calidad del sueño y promueve un mayor control de los estados de ansiedad, asegurando un descanso de calidad.
La dilatación de los capilares durante la práctica, garantizan una mejor circulación sanguínea y una carga cardíaca reducida.
La función respiratoria también se beneficia, aumentando la expansión diafragmática y la oxigenación celular lo que en consecuencia favorece un aumento de la energía de todo el organismo.
Incluso los órganos y vísceras reciben un efecto positivo de la práctica del Qigong, de hecho sigue un “masaje interno” que actúa directamente sobre cada uno, mejorando sus funciones específicas, como la peristalsis intestinal, la producción de bilis y jugos digestivos, el tránsito de alimentos y la toxina. Sin lugar a dudas, el arte del Qigong es un bien demasiado preciado para no ser compartido con todas las personas del mundo, es la base de la salud y la salud siempre seguirá siendo el mayor de todos los bienes.