Psicología y visión holística del hombre: entre Occidente y Oriente. En el trabajo de reequilibrio energético del cuerpo-mente Shiatsu & c. por Liliana Atz
Parte 1: Oeste.Partiendo de la infancia, como núcleo estructurante del universo humano, diversos estudios psicológicos han puesto de manifiesto cómo la relación con la madre y/u otras figuras de referencia es determinante en la activación de aquellos rasgos temperamentales que se manifiestan desde el primer año de vida. Estos rasgos representan la matriz biológica a partir de la cual, en interacción con el entorno, se desarrollarán los rasgos de personalidad.Eysenck (1) afirma que los rasgos temperamentales tienen una base genética, sin embargo no heredamos el comportamiento, sino las estructuras biológicas que dan lugar a aquellos comportamientos que manifestamos con más frecuencia que otros. Hay algunos intermediarios biológicos, como las hormonas y los neurotransmisores, que traducen el potencial genético en constantes de comportamiento (rasgos de personalidad).En la interacción con el entorno, las bases fisiológicas que heredamos producen tanto aquellos comportamientos que pueden detectarse en el laboratorio, como la retención mística y el umbral sensorial, como aquellos comportamientos que se observan en contextos naturales, como la sociabilidad, la sexualidad y la agresión. La comunicación afectiva se perfila, por lo tanto, como la primera fuente de estímulo del comportamiento del niño y, posteriormente, a través de un proceso de introyección, también la base sobre la cual estructurar el marco de su mundo interno. Esta capacidad parece estar profundamente condicionada por el tipo de respuesta emocional que ha podido disfrutar durante su experiencia infantil. El mundo intrapsíquico del niño es, en este sentido, el resultado de la interrelación entre su estructura temperamental, comunicativa, emocional y receptiva original, con la de sus figuras de apego. La capacidad de reconocer sus emociones, que el niño articula progresivamente, sin recurrir a operaciones defensivas de deformación y limitación de las mismas, es fundamental para su desarrollo, porque le lleva a establecer una adecuada comunicación intrapsíquica con el mundo de sus afectos. Según Bowlby (2), los Modelos Operativos Internos (MOI) se forman en el niño, es decir, modelos de relación del yo y del yo con el otro. Estas son representaciones mentales construidas por el individuo, que contienen esquemas, representaciones del mundo, que le permiten hacer predicciones y crear expectativas en sus relaciones con el otro. Con el tiempo, los MOI se automatizan, hasta que operan a nivel del inconsciente, es decir, para convertirse en características tendenciales de la personalidad del individuo.Para Bowlby, existen múltiples modelos operativos internos para cada uno de los principales sistemas motivacionales. Sobre esta base se construyen los motivos del Ser, es decir, toda la información sobre uno mismo termina organizándose en una serie de estructuras cognitivas llamadas “patrones de uno mismo”, dentro de las cuales hay representaciones de eventos específicos que conciernen al individuo, y representaciones más generales, el resultado de la evaluación que generalmente se lleva a cabo sobre la conducta personal. La seguridad y el apoyo proporcionados por el vínculo de apego son, por lo tanto, factores indispensables para la adquisición de la independencia del niño. La ausencia de este vínculo, o su ruptura, tienen el efecto de detener o, en todo caso, ralentizar considerablemente el desarrollo de sus habilidades de comunicación, movimiento y, en general, todo su desarrollo afectivo y mental y de marcar las fases posteriores de la construcción de una identidad personal. Este último se construye en círculos concéntricos cada vez más diferenciados y complejos: socialización primaria y luego secundaria (familia, escuela, grupo de pares, etc.). En cada etapa, el individuo asume nuevos roles que suman y transforman los roles anteriores modificando la identidad personal como un espejo de la identidad social.En el campo sociológico, varias investigaciones han demostrado el entrelazamiento de rasgos temperamentales y de personalidad y la socialización primaria y secundaria del individuo. La entrada en un grupo (escuela, afiliación a grupos de diversa índole, servicio militar, entrada en el mundo laboral), son experiencias que salpican toda la vida de la persona y que están estrechamente vinculadas tanto al tipo de colectivo al que accede, como a las características del neófito. El individuo entra en la “cultura grupal” con su riqueza de experiencia, con sus mecanismos de autoevaluación y autoprotección, convirtiéndose en un miembro más o menos activo y estructurando su identidad a través de la aceptación implícita de las reglas del grupo. Desequilibrio, enfermedad.En situaciones “normales” la persona se convierte en un agente activo de su propia socialización. Las oportunidades que la sociedad le ofrece pueden ser más o menos amplias, pero el espacio de elección nunca se reduce por completo, dejándole la posibilidad de dirigir el proceso de su socialización y construcción de su identidad. En otros casos, el estrecho entrelazamiento de condiciones sociales, laborales, ambientales y genéticas implica que la enfermedad puede experimentarse inconscientemente como el único escape de una situación que de otro modo sería insostenible. Trabajar en el cuerpo (según la visión occidental).Fue Sigmund Freud, quien dijo que un gran número de enfermedades no eran más que la expresión corporal de experiencias infantiles caracterizadas por un gran dolor y miedo. El trabajo de Freud fue ampliado por uno de sus alumnos, W. Reich, quien introdujo en el psicoanálisis el examen del cuerpo de la persona; Fue el primero en hablar sobre lo que ahora se llama lenguaje corporal. Reich experimentó cómo la presión directa sobre los músculos del cuerpo ayudó al paciente a ponerse en contacto con fuertes emociones olvidadas y recuerdos dolorosos. La unidad entre la mente, el cuerpo y los aspectos emocionales de la persona se hizo evidente.Alexander Lowen, paciente y alumno de Reich, acuñó el término “bioenergía” para ello. Lowen observó cómo una persona cuyo flujo de energía está bloqueado pierde gran parte de su vitalidad y personalidad, causando desequilibrios en varios niveles. A medida que el individuo comienza a crecer, aprende cómo la libre expresión de sus emociones tanto en la familia como en la sociedad choca con el rechazo, la desaprobación, la humillación y el castigo. Esto es seguido por un control inconsciente natural de las emociones a través del bloqueo permanente de las partes del cuerpo involucradas en estas manifestaciones. El desbloqueo de la